viernes, 31 de julio de 2009

Gran Eastwood


Muchos profesores de sociología se encargaron de enseñarme, machaconamente, que la objetividad no existe. Uno puede intentar ser imparcial, esforzarse mucho incluso, pero nunca, nunca podrá librarse del todo de sus prejuicios, ideas previas o conocimientos. Y puesto que cualquier discurso es siempre subjetivo, me enseñaron también muchos profesores de sociología, que lo más honesto y adecuado es dejar bien claro desde el comienzo, cuál es nuestra opinión. A partir de ahí, el interlocutor/lector podrá discernir según su criterio el grado de objetividad de lo que contamos. Dicho lo cual... quiero que quede claro que me encanta Clint Eastwood, que dos de sus películas están entre mis diez favoritas, y que creo que es un genio, una leyenda viva del cine, un maestro.



Dicho lo cual... Gran Torino
Es como una despedida. A lo grande, pero desde la sencillez. Gran Torino es una pequeña joya de un gran genio, Clint Eastwood. Nos demuestra que no son necesarios los efectos especiales, las grandes producciones, el despliegue técnico o las estrellas del celuloide. En la piel de un personaje hecho a medida, Eastwood parece despedirse del cine con esta película, una sensación que lo vuelve todo más intenso, si cabe.


Gran Torino es una historia, aparentemente sin grandes pretensiones, que se va creciendo a lo largo del metraje. Miguel A. Delgado en su crítica en La Butaca, sintetiza en un sólo párrafo toda la esencia de la película: "nos encontramos ante la lógica evolución de la relación entre unas personas con carencias que acaban encontrando en el otro lo que necesitan para seguir adelante… por más que la realidad, siempre tozuda, aceche para regalarnos uno de los finales más trágicos, pero a la vez más hermosos, que el bendito Clint nos haya ofrecido."

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