domingo, 14 de marzo de 2010

Déjame entrar


Oskar, de doce años, vive con su madre en las afueras de Estocolmo. Le gusta comer dulces, colecciona historias de crímenes violentos. Disimula un problema de incontinencia, y no consigue que los matones de su clase le dejen en paz. Un buen día conoce a Eli, una niña extraña que se convierte en su única amiga. Casi al mismo tiempo, el cuerpo de un niño aparece colgado de un árbol. ¿Un asesino en serie? Peor, mucho peor.


Así se presenta Déjame entrar, un libro de John Ajvide Lindqvist y que se ha convertido en todo un best seller internacional. Aquí puedes leer el primer capítulo.



- Oskar... Venía de la ventana. Abrió los ojos, miró hacia allí. Al otro lado vio el contorno de una cabeza pequeña. Se quitó el edredón, pero antes de que tuviera tiempo de salir de la cam, Eli susurró: - Espera. Quédate en la cama. ¿Puedo entrar?
- Sííííí...

- Di que puedo entrar.

- Puedes entrar.






La obra fue llevada al cine por Tomas Alfredson. La película recibió, además de muchos premios, críticas muy favorables: obra maestra, una muestra de gran cine, mucho más que una película de vampiros...

- Oskar, tienes que invitarme a pasar.
- Pero... por la ventana. Tú ya has...
- Ésta es una entrada nueva.
- Bueno. Puedes...



Reconozco que después de tanta alabanza, y con la lectura del libro de por medio, la película me decepcionó un poco, ya que eché en falta ciertos elementos que en la obra literaria se antojan cruciales para la comprensión de la historia y de los personajes. Pero la carencia de explicaciones, que se refieren precisamente a la parte más grotesca y oscura de la historia, favorecen la fuerza de la insinuación y evitan una película soez y sangrienta. Una de las "ausencias" más destacables es el referente a la pedofilia, muy presente en el libro. Pero no se trata de una eliminación gratuita, sino que, según palabras del propio director, es más bien un ejercicio de responsabilidad no ofrecer con ligereza un elemento de este tipo:
"La pedofilia se usa en televisión y en el cine con mucha ligereza, como un ingrediente para dar miedo. Y me parece muy irresponsable convertirla en un efecto emocional más. Supe muy pronto que si lo incluía, la pedofilia ensombrecería el resto del guión. Y entonces debería dar al público una visión distinta a la chabacana habitual."

- ¿Puedo... entrar?
- Sí.
A Oskar le llevaron los demonios. Dijo:
- Di que puedo entrar.

Eli alzó la cabeza, pareció que iba a decir algo, pero no lo hizo. Empezó a cerrar la puerta un poco, se detuvo. Dio una patada en el suelo con los pies descalzos, luego habló:

- Puedes entrar.



Excusada esta parte, sí añoro un poco más de dedicación a los personajes secundarios, tan fundamentales en el libro, y de los que en la película no se nos muestra más que pequeñas pinceladas. Y lo mismo cabe decir de los momentos más "vampíricos", en los que una infectada se hace cortes en los brazos para beber su propia sangre o la "compra" de un litro de sangre por parte de la protagonista. Dos momentos de gran fuerza y que se echan de menos en la película.

- ¿Es que quieres... comprar algo?
- Sí.

- ¿El qué?
- ¿Puedo entrar?

- Sí, sí.

- Di que puedo entrar.




Claro que el tiempo juega en contra, y es imposible recoger todos los matices, sentimientos y evolución de muchos y tan diferentes personajes. Así que, casi mejor, una ausencia deliberada, que un intento de abarcarlo todo y quedarse en el intento. Genial, eso sí, la atmósfera y la delicadeza con la que se trata la historia entre los dos protagonistas, con código morse incluído. Y sublime el desenlace en la piscina.


- Di: ¡entra!
- ¿Q... qué?

(...)
Volvió a sentir otro golpe en la ventana, más fuerte. Miró hacia fuera en la oscuridad. Cuando la chica abrió la boca y le gritó, él pudo ver... que sus dientes... y que había algo que colgaba de sus brazos. - ¡Di que puedo entrar!
Micke asintió, dijo casi de forma inaudible:

- Puedes entrar.

No hay comentarios: