

Pero los de Manchester prefirieron hacer algo más que un mero CD conmemorativo. Decidieron hacer una gira: The Ultimate Tour. En sólo cuatro horas se vendieron todas las entradas. Fue tal el éxito... que aquí siguen. Así, lo que empezó siendo una gira nostálgica se ha convertido en un regreso... muy exitoso. Dos nuevos discos en el mercado (Beautiful World y The Circus) y sendos tours. Y es que Take That son mucho más que una boy band. Vale que son un grupo prefabricado. Vale que son cuatro (antes cinco, con Robbie Williams) chicos monos, que cantan y bailan. Vale. Pero en directo son mucho más que eso. Han sabido reírse de sí mismos, de los clichés... y convertir cada concierto en un auténtico espectáculo. Quien no pueda ver en ellos más que a un grupo de chicos, y los equipare al resto de bandas de este tipo... es que no los ha visto en directo. Y debería.
Robbie Williams dejó la formación en 1995, lo que para muchos fue la causa de la separación del grupo sólo un año después. Pero quien piense que el talento desapareció con la salida de Robbie, se equivoca. Robbie desechó la posibilidad de participar en el regreso del grupo para demostrar que Take That no le necesita. Y tiene razón. Él ha sabido, y muy bien, hacerse su hueco en el mundo de la música, desligándose del que fue el grupo que le lanzó a la fama. Confieso que Robbie era mi favorito, es cierto. Pero no lo es menos el hecho de que Take That sigue siendo Take That sin él, no le necesitan. Pero se agradecen guiños como su presencia en concierto, vía pantalla, para interpretar el primer estribillo de Could it Be Magic, canción de la que él era el vocalista principal.
En Reino Unido están considerados como la banda más influyente después de los Beatles. Por algo será. ¿Qué otra boy band puede decir algo así?
El nombre de "Live 8" procede del Live Aid, concierto benéfico celebrado veinte años antes (1985) y el G8.